La Saeta flamenca.
Con la llegada de la Semana Santa, Granada ya empieza a oler a incienso y ya se escuchan las cornetas y tambores por las estrechas calles granadinas. Múltiples cofradías saldrán a las calles a procesionar sus imágenes, en una tradición que se remonta siglos atrás y que siguen con fervor muchos locales y también turistas, atraídos por estas manifestaciones culturales y folclóricas tan especiales.
Otra de las manifestaciones artísticas que se dan durante la Semana Santa es la música. Las bandas acompañan en procesión a las imágenes, creando un clima para todos los sentidos que potencia la emotividad del momento. Pero, si hay un momento a destacar durante de la Semana Santa que conmueve a todo aquel que lo escucha, y que además está íntimamente relacionado con el flamenco, son las saetas.
La saeta, es una expresión única del cante flamenco que adquiere un significado especial durante la Semana Santa al transmitir la devoción religiosa y el fervor del pueblo.
La etimología de la palabra «saeta» se remonta al latín «sagitta,» cuyo significado, flecha, evoca la intensidad y la fuerza con las que esta música se despliega. Aunque las saetas arraigan profundamente en la tradición musical de Andalucía, especialmente en provincias como Sevilla, Granada, Córdoba o Huelva, su resonancia se extiende a otras regiones como Castilla-La Mancha, Murcia o Extremadura.
La saeta flamenca, cuya evolución arranca a principios del siglo XX, fusiona hábilmente saetas populares con coplas compuestas por cuatro versos octosílabos. Este género musical, impregnado de profunda devoción religiosa, explora temas como el dolor, la pasión y la redención. No es meramente una canción, sino un rito sonoro, un rezo resonante que originalmente se dirigía a la Virgen o a Jesús. Esta expresión artística, considerada por muchos como una comunicación directa con lo divino, se convierte en un puente emocional entre el intérprete y lo sagrado.
El origen de la saeta se remonta a dos corrientes musicales han ejercido una influencia significativa. En primer lugar, la corriente árabe, manifestada en los cantos de los almuédanos, quienes llamaban a la oración a los fieles musulmanes. Y, en segundo lugar, la corriente judía, reflejada en las salmodias entonadas en las sinagogas. De hecho, en Sevilla fueron prohibidas en 1876, volviendo poco después adaptadas al flamenco.
Esta nueva versión impregnada de flamenco, toma como base los cantes por martinete, seguiriya o carcelera, otros palos del flamenco que expresan dolor y pena. Sin embargo, no hay un cante por saetas establecido, sino que se versiona por zonas geográficas, pueblos, ciudades o las distintas versiones dependiendo de la base de los palos anteriormente citados.
Estas diversas influencias convergen en la saeta flamenca, dotándola de una riqueza cultural y musical que se manifiesta en su expresión única y conmovedora durante las celebraciones religiosas y culturales.
Entre el elenco de artistas de nuestro tablao flamenco contamos con Marta ‘La Niña’, una de las cantaoras de Granada más reputada respecto al cante por saetas, premiada en diversas ocasiones por su magistral dominio de su voz en el cante por saetas.