El pasado día 12 de enero de 2025 se cumplieron 600 años de la llegada de los primeros gitanos a la península ibérica. La presencia del pueblo gitano en España se remonta al siglo XV, y durante todos estos siglos, el pueblo gitano ha dejado una huella indeleble en la cultura y sociedad españolas, con una especial e importantísima relevancia en el mundo del flamenco. Su historia está llena de desafíos, persecuciones y contribuciones significativas que han enriquecido la identidad nacional. En este artículo, exploraremos los orígenes de los gitanos en España, su evolución a lo largo de los siglos y su influencia en la cultura española, especialmente en el flamenco.
Origen del pueblo gitano
Durante muchos años, el origen del pueblo gitano ha estado rodeado de misterios y diferentes teorías, aunque en los últimos años parece parece haber un consenso, a raíz sobre todo de similitudes lingüísticas de su idioma original con el sánscrito. Es por ello que se cree que los gitanos iniciaron su migración hacia Europa en el siglo XI, atravesando Persia y el Imperio Bizantino. Los últimos estudios genéticos también refuerzan esta teoría, aunque también destacan de un sucesivo mestizaje con población no gitana de Europa. Es por ello que, aunque el origen de los gitanos pueda estar en en norte de la India, la verdadera formación del pueblo gitano se desarrolla ya en Europa.
La llegada de los primeros gitanos a España
La llegada de los primeros gitanos a la Península Ibérica se documenta por primera vez el 12 de enero 1425, cuando Alfonso V de Aragón otorgó un salvoconducto a un grupo de gitanos nómadas que se dirigían a Castilla a través de los Pirineos. A lo largo del siglo XV, se produce una nueva llegada de gitanos, éstos procedentes de Grecia.

El término ‘gitanos’ se acuñó en esta época, ya que de forma errónea, en España se creyó que eran oriundos de Egipto menor, aunque algunos expertos los situaron también en Grecia o en Turquía. Es por ello que el gentilicio ‘gitano’ tiene su raíz en el término ‘egipciano’.
Los gitanos se fueron estableciendo en diversas regiones de España, siendo recibidos inicialmente con cierta hospitalidad. Al principio, fueron tratados como emigrados políticos y religiosos, incluso como peregrinos, por lo no fueron mal vistos por los habitantes; aunque si bien es cierto, los legisladores no sabían muy bien cómo abordar su registro. Además, contaron durante mucho tiempo con cartas de protección y salvoconductos otorgados por los monarcas, debido a esa condición de penitentes o peregrinos.
Persecuciones y marginalización
A pesar de su buena acogida inicial, la percepción de los gitanos en España cambió con el tiempo. La población comenzó a ver a estos grupos nómadas como los causantes de diversos problemas de orden público. Durante el reinado de los Reyes Católicos, se promulgaron leyes que buscaban su asimilación forzosa y, en muchos casos, su expulsión. La Pragmática de 1499, redactada por el Cardenal Cisneros, es uno de los ejemplos más notorios de estas políticas represivas, que buscaban ‘civilizar’ a este pueblo nómada, con el fin de controlar a la comunidad gitana.
Con el paso del tiempo, distintas pragmáticas y leyes específicas se fueron sucediendo durante los distintos reinados de los monarcas, buscando que los gitanos abandonaran su cultura y sus costumbres nómadas.
Una de las más infames y crueles de las medidas contra los gitanos fue la Pragmática 1749, bajo el reinado de Fernando VI, conocida también como la Gran Redada, una persecución masiva que resultó en la detención de miles de gitanos, muchos de los cuales fueron enviados a trabajos forzados en las colonias españolas.
Los gitanos y el flamenco
A pesar de las adversidades, el pueblo gitano ha dejado una marca indeleble en la cultura española y, especialmente, andaluza. Una de sus contribuciones más destacadas es el flamenco, una expresión artística que fusiona música, cante y baile, y cuya evolución y riqueza no pueden entenderse sin la contribución de este pueblo.

El flamenco, como se entiende hoy en día, es una creación que se gestó en los barrios periféricos del sur de España, como el Sacromonte de Granada, donde las comunidades gitanas fueron las principales guardianas y transmisoras de esta tradición. Aunque el flamenco ha evolucionado con el tiempo y ha absorbido influencias de otros pueblos, su esencia sigue siendo profundamente gitana. Las primeras formas de flamenco, como el cante jondo, los fandangos o las soleares, surgieron en los patios y las tabernas donde los gitanos expresaban sus vivencias, sufrimientos y alegrías a través de la música.
Es importante señalar que el flamenco no es solo una manifestación artística, sino una forma de vida para muchos gitanos, que han utilizado la música y la danza como una vía de resistencia cultural y social frente a la marginación que sufrían. A través del flamenco, los gitanos lograron transmitir sus emociones más profundas, creando una música que ha trascendido fronteras, tanto temporales como geográficas.
Situación actual
Hoy en día, los gitanos en España constituyen una comunidad diversa que ha logrado avances significativos en educación, empleo y participación social. Sin embargo, aún enfrentan desafíos relacionados con la discriminación y la pobreza. Es esencial reconocer y valorar su historia y contribuciones para fomentar una sociedad más inclusiva y respetuosa.
El flamenco sigue y seguirá siendo un refugio importantísimo para el pueblo gitano, ya que hablar de la historia del flamenco es, en muchos aspectos, hablar de la historia del pueblo gitano, y su contribución a la cultura española sigue viva hoy en día. Además, tras el reconocimiento del flamenco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el pueblo gitano cuenta con un reconocimiento especial en este campo ya que, en una gran parte, es gracias a su contribución histórica.