El flamenco es un arte lleno de elementos distintivos, entre ellos la melodía, la armonía, la tonalidad, las letras y, por supuesto, el compás. En este artículo, exploraremos en detalle qué es el compás flamenco y su importancia en la música flamenca. Además, nos adentraremos en los diferentes tipos de compases y cómo contribuyen a la riqueza rítmica de este género artístico que es el flamenco.
¿Qué es el compás flamenco?
El compás flamenco es la medida en la que se estructura cada palo del flamenco, creando una base rítmica para el cante, el baile y la guitarra. Es un código compartido por los intérpretes, similar a los patrones en el blues o el jazz, que permite un entendimiento musical entre ellos.
La rítmica flamenca ha cautivado a músicos de diversos géneros, debido a su complejidad y profundidad. Grandes artistas como Paco de Lucía o el bailaor granadino Mario Maya han sabido aprovechar su potencial en los escenarios internacionales, dándole una visibilidad al flamenco alrededor de todo el mundo que ha servido de inspiración en otras disciplinas artísticas.
El compás flamenco es un elemento esencial en la música flamenca, aportando estructura, ritmo y conexión entre los intérpretes. Los diferentes tipos de compases, desde el binario hasta la amalgama, ofrecen una amplia variedad de posibilidades rítmicas y contribuyen a la riqueza artística del flamenco. Comprender y dominar el compás es fundamental para los artistas flamencos, ya que les permite expresarse con autenticidad y ofrecer un arte de calidad en el escenario.
¿De donde viene el compás flamenco?
La métrica musical del flamenco se nutre principalmente de la tradición andaluza, donde el compás ternario tiene un papel fundamental en géneros como los fandangos y las seguidillas. Estos estilos folclóricos contribuyeron de manera activa a dotar a los estilos flamencos de una métrica y rítmica distintiva. La métrica ternaria es ampliamente utilizada en la música popular española y es natural que también esté presente en los estilos flamencos que tienen una conexión directa con el folclore español, especialmente en la música tradicional andaluza.
Por otro lado, el compás binario tiene raíces americanas, que llegó a Cádiz desde Cuba en las primeras décadas del siglo XIX. Este compás se incorporó al repertorio flamenco en los años ochenta del siglo romántico.
El compás de amalgama, alternante de doce tiempos se remonta al siglo XVII, cuando zarabandas, chaconas y jácaras servían como base rítmica para la música que se realizaba en fiestas y reuniones populares. En el flamenco, este compás se adoptó en estilos emblemáticos de la música flamenca como soleares, cantiñas, bulerías e incluso, de forma invertida, en seguiriyas. Dependiendo del estilo, se desplazan los acentos. El compás de doce tiempos se convirtió en el más característico del género flamenco y, debido a su longitud, permite una serie de acentuaciones que facilitan el uso de contratiempos y síncopas, cualidades intrínsecas de una música que encuentra en el ritmo una de sus características más atractivas.
Tipos de Compás en el Flamenco
Compás Binario: el Ritmo de Dos por Cuatro
El compás binario de dos por cuatro es común en palos como los tientos, los tangos, las rumbas, la farruca, el garrotín o la zambra, y también en algunos palos de ida y vuelta. En este compás, se suceden tres golpes y un silencio, creando una estructura rítmica distintiva. Es, quizás, el compás más sencillo de aprender para alguien con poca experiencia en el flamenco, ya que es compás más básico y menos complejo de todos.
El Compás Ternario
El compás ternario en el flamenco de tres tiempos es una parte fundamental de este arte. Se encuentra presente en palos como el fandango y la sevillana. Este compás también abarca palos como las rondeñas, los verdiales, la jabera o los fandangos abandolaos, como el de Frasquito Yerbabuena, destacado cantaor flamenco de Granada. El compás ternario agrupa tres golpes, siendo acentuado el primero de ellos, seguido de dos golpes más débiles. Estos palos demuestran una clara conexión con el folclore andaluz a través del compás.
Compás de Amalgama
El compás de amalgama es uno de los elementos más característicos del flamenco. En él, se unen y se adhieren varios compases para crear una estructura única. Por ejemplo, al combinar el seis por ocho con el tres por cuatro, se obtiene el compás que enmarca la soleá, la soleá por bulería, el polo, la caña, la bambera, las cantiñas, las bulerías, los romances o los jaleos, entre otros. Estos palos se distinguen por su velocidad, disposición de acentos y silencios, pero comparten la misma métrica. Incluso solo con las palmas, se puede diferenciar una soleá de unas alegrías debido a la velocidad de la métrica.
Otro compás de amalgama a destacar es el de las seguirillas, el martinete o las cabales. Estos palos comparten otro compás de amalgama, pero diferente del anterior grupo, ya que es a la inversa: surge de la unión de un compás de tres por cuatro con uno de seis por ocho. Además, en estos palos, la velocidad es más lenta, ya que son palos muy solemnes y con mucho peso.
La Polirritmia
Cuando hablamos de polirritmia, presente en palos del flamenco como el zapateado y los tanguillos, es que combina ritmos vivaces en los compases de seis por ocho y dos por cuatro. Con frecuencia, se añaden contratiempos para realzar la sensación festiva y bailable de estos palos.
El Compás Interno
El compás interno es un concepto más profundo que no se refiere a las matemáticas o a la métrica, sino al sentido de la melodía en relación al tiempo. Algunos cantaores, como Chocolate o el cantor granadino Enrique Morente, no se destacaban por su sentido rítmico, pero poseían un compás interno privilegiado. Su habilidad para comprender dónde entrar y salir con la música, cómo recortar y prestar atención al silencio, les permitía crear un cante armónico, equilibrado y perfectamente ajustado a los tiempos musicales. En el baile, este concepto es muy importante y se refiere al sentido que el bailaor o bailaora le aporta al baile.
Palos Libres
Aunque el flamenco se caracteriza por su naturaleza rítmica, también existen palos libres de compás, como las malagueñas, las granaínas, los fandangos naturales, las mineras, las levanticas, las cartageneras, las tarantas o las nanas. En estos palos, cantaor y guitarrista van creando el cante a través de una sincronización perfecta, pero ausente de una métrica concreta, aunque sí con una estructura definida por la naturaleza propia de cada palo.